Es muy difícil ver las imágenes actuales de violencia policial en Estados Unidos, y no preguntarse si estamos retrocediendo a una gran velocidad hacia una crisis social; donde el racismo, la desigualdad y la pandemia nos pongan en situaciones que creíamos superadas hace más de 70 años.

Nuestra estructura social ha demostrado sus falencias, su falla estructural y de principios, hemos construido sociedades donde el la vida no tiene valor, donde el trabajo de los seres humanos no tiene valor y donde el desorden moral de las instituciones permite ejércitos asesinos, policías corruptos, funcionarios inmorales y políticos que parecen no tener respuestas, no tienen maneras de entender lo que está sucediendo y lo mucho que hay en juego sobre la mesa.

Los abusivos desalojos de Altos de la Estancia en Bogotá, donde una funcionaria de la alcaldía tiene que ocultar su rostro, símbolo perfecto de de opresión e hipocresía, que es un rostro desconocido y peligroso de la alcaldía de la primera mujer alcalde de Bogotá; la muerte de Dilan Cruz hace meses, muerte politizada y convertida en un episodio del que poco se habla en nuestra sociedad, porque es un tema incómodo, porque la impunidad nos incomoda, y nos incomoda porque nos compromete a todos como sociedad y porque al final no estamos haciendo nada para parar este desangre.

En Colombia estamos viendo casi un asesinato diario de líderes sociales, asesinatos selectivos que no han parado ni siquiera en medio de la cuarentena. Pero estas cosas no nos hacen salir a pedir justicia como lo están haciendo cientos de miles de Norteamericanos esta semana por el asesinato de George Floyd.

No es que no nos duelan estas cosas, es que nuestro dolor está mediado por las agendas de los grandes medios y por los políticos de todos los sectores. Nuestros políticos están afanándose en cómo apoderarse del botín del Estado en 2022, todas sus salidas públicas, sus frases, sus estrategias están medidas por los votos que quieren lograr. Hace falta una caridad mínima, un humanismo simple, sencillo, ético que de verdad nos haga entender que la vida debe estar por encima de ese concepto frío y torpe llamado Real Politik y creanme, yo se de que les hablo, los entrevisto a diario.

Es decepcionante el mundo en que estamos, pero es también un momento de alarma para todos los que protegemos la democracia, el Estado de derecho y los derechos humanos. Mirar a un lado, taparnos los oídos y pensar que las millones de víctimas de un sistema fallido, de una sociedad desigual, de una estructura clasista y racista no vendrán a pedir sus derechos, nos va a llevar a desórdenes, muertes, crisis y una ausencia total de un avance colectivo.

Hoy más que nunca tienen que escucharse las voces del diálogo, del avance, del respeto. Porque la polarización nos puede llevar a destruir todo lo que venimos construyendo como sociedad.

Categories: COLUMNAS