La pandemia cambió la vida de millones de personas, a tal punto que los índices de desempleo están en máximos históricos; miles de personas han perdido casi todo lo que con sacrificio habían obtenido, y en muchos casos les ha tocado reinventarse para poder subsistir en medio de la crisis económica que deja el coronavirus. El confinamiento se puede convertir en una verdadera bomba de tiempo, porque ya empieza afectar la parte psicológica; la impotencia de muchos se transforma en llanto, rabia, peleas y frustración; incluso la casa de Nariño también se ha reinventado, tenía una imagen desfavorable antes de la catástrofe, pero se las ingeniaron para tener programa diario en la televisión, derrochando y desangrando el erario público a sus anchas.

Una alocución presidencial al estilo Chávez, con su programa llamado “Aló Presidente”, dirigido a la opinión pública con el fin de consolidar sus intereses, “pero aquí no queremos ser como Venezuela”, por eso el Gobierno también apeló a tener un “espacio informativo” para los colombianos. Dicho programa tiene un rating bajísimo, la presidencia no goza de popularidad. El programa bien puede ser un show de humor, y es que por la naturaleza del presentador, no puede ser catalogado como otra cosa. Con un panorama tan oscuro, da tristeza ver a quién debe guiar al país en un momento sumamente crítico, estar dedicado en carne y hueso a su hora feliz de seis de la tarde, desconociendo la verdadera realidad del país, y si lo sabe, como que no le interesa, porque tanto el mensaje que transmite como sus decretos son totalmente distintos a la realidad.

No se habla de una alocución presidencial, se habla de propaganda política de parte del Gobierno, que intenta lavar su mala imagen a punta de estupidez, que intenta presentar logros mentirosos para transmitir una falsa sensación de tener todo bajo control; pero una cosa es delante de las cámaras y otra muy distinta es la realidad de los miles de contagiados y muertos que se ven a diario. Las cifras de contagiados cada día imponen nuevos récord, es candente el momento tan difícil que se vive, pero las medidas que se dictan son leña para la candela.

Al programa llevaron a William Vinasco Ché, para que narrara el golazo que Colombia le iba a meter al coronavirus, pero quien se hizo un autogolazo fue el Gobierno con su dichoso día sin IVA, sin dudas desde que empezó la pandemia, ese fue el día de mayor número de contagios; mientras Duque decía por su programita de mierda que había sido un éxito, que se había reactivado la economía, lo que no dijo fue que los poquitos beneficiados fueron unos cuantos emporios económicos.

Son tanto los sucesos vividos en el programa, que se han tenido momentos de toda índole: momentos de risas, burlas, rabia, indiferencia, de sueño, bostezos y pereza, mientras el “gordito ese” le pone todo su empeño y carisma para lograr consolidar su sueño de ser un gran presentador. Duque por encima de ser un jefe de estado es un farandulero, Por ese motivo, él nunca  podrá conectarse con la realidad del país, su esencia vive encerrada en fantasías que jamás le permitirán forjar un carácter de líder nato. 

En la historia reciente del país, esto será un suceso para la eternidad, la primera pandemia vivida a todo color y en alta definición, bien documentada y relatada para que sea recordada por siempre. La historia hablará del presidente que no era presidente, que gobernó un país en su peor crisis de salud pública, en su peor momento social y su peor momento económico a través de una pantalla de televisión. 

Me tomé el tiempo de ver su dichoso programa de manera juiciosa, todos los días, en un acto pedagógico, en ese ejercicio de análisis pude entender un poco la naturaleza de sus expresiones, el carisma que transmite y la forma de contenerse, y sí, esa forma de contener las ganas de hacer un chiste se le nota a leguas. Pude concluir que Duque puede perfectamente ser el reemplazo de Jota Mario, incluso su talento como presentador da para igualarlo con un grande como Pacheco. Quedé completamente convencido que él, en un magacín de esos que transmiten en las mañana, sería sin dudas la sensación todos los días. Aunque también les tengo que confesar que no vi a un jefe de Estado, por más que quise no lo logré, todo su ser grita que su verdadera esencia es la farándula. ¡Con razón está tan amañado con su programa de televisión! Sus sueños están tan alejados de sus vivencias, vive encajado en un cargo que más que ser su sueño, es una pesadilla, una pesadilla que  ya lo volvió canoso.

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