La historia del eufemismo es tan antigua como la humanidad, pero en los tiempos modernos se convirtió en todo un arte, el eufemismo lo podemos encontrar en todas las ciencias; pero la desgracia fue caer en manos de la política, que hoy hace de él todo un arte del camuflaje y el engaño. No es para menos, de esta forma se vuelve la verdad algo relativo y moldeable con el fin de distorsionar la realidad.
Pero muchos se preguntan qué es eufemismo, para ponerlo en contexto, se lo resumo en lo siguiente: es la forma de suavizar las palabras tabúes, para que la gente no se moleste, usando figuras retóricas que sustituyen una palabra, frase o término para que no suene desagradable. En pocas palabras decirte las cosas con dulzura.
Lamentablemente la política mundial está llena de eufemismo y Colombia no es la excepción, aquí se ha empezado a llenar el discurso retórico con eufemismos que no permiten ver a simple vista el trastorno de la realidad, el daño causado es evidente, pues, se camuflan muy bien cosas que a la luz del discurso son inofensivas, pero lo que lleva del otro lado es doloroso y angustiante.
Por estos días ya se les empezó a llamar a las masacres: “homicidios colectivos”, eufemismo en su máxima expresión, para que la gente no se escandalice ante la nueva realidad, se dice la verdad, pero en otras palabras que no produzcan el enfurecimiento ante la barbarie; normal llamar hoy día “irregularidades administrativas” a la corrupción, bonita forma de disimular con palabras de adorno una realidad que se consume al país; al fraude hoy lo llaman: “error interpretativo”, es lo mismo, pero dicho de una forma dulce; al soborno se le dice: “tráfico de influencia”, dicho sutilmente para no herir; al espionaje le dicen: “servicio de inteligencia”, una forma de legitimidad para algo muy oscuro; a subir impuesto se le conoce con el nombre de: “reforma tributaria”, ¡oh sorpresa! también se le cambió el nombre y ahora le dicen: “ley de crecimiento económico”, una forma sutil de decirle al pueblo que tiene que pagar más impuestos, pero con palabras lindas, que hasta lo hace pagar motivado; le dicen: “cerco diplomático”, al bloqueo económico que asfixia la economía venezolana; querer acabar con el acuerdo de paz lo llaman: “paz con legalidad; le dicen: “acuerdo programático”, a lo conocido como repartir mermelada, que es la repartición de cargos públicos y partidas presupuestarias.
El eufemismo se ha convertido en una forma mañosa de camuflar las pésimas gestiones de los gobiernos, a tal punto que hoy la sociedad convive rodeada de verdades relativas que fueron moldeadas a tal punto que no incomodan, pero no son más que espejismos. Es doloroso ver como intentan endulzar la violencia, los crímenes atroces, la corrupción. Al pan hay que llamarlo pan y al vino, vino. Esa necesidad recurrente de camuflar la realidad es grotesca, infame y malévola.
Como van las cosas, se va a necesitar un nuevo diccionario para todos los nuevos eufemismos que se quieren imponer, para tener claro de cuál es su lexema original, porque de otra forma, en el tiempo va a quedar muy difícil poner en contexto lo dicho por los gobernantes, más si son como el actual, lleno de eufemismo puro y duro.