Conocí a Vicky Dávila en su cumpleaños, hace muchos años, ocurrió en un restaurante de Parque de la 93, un amigo me invitó con la idea de que Willie Colón tocaba en privado para Vicky y sus amigos. Yo amo la salsa, así que bailar en vivo a Willie Colón no dejaba de ser un placer enorme.

Ahora lo recuerdo atentamente, recuerdo además que incluso bailamos un segundo los dos. Entre los invitados de esa noche había gente de la política, pude reconocer a Lucho Garzón y otros. Sin embargo lo que más me llamó la atención fue no sólo la alegría de Vicky, es una persona alegre, es una persona divertida, lo que más recuerdo con atención era que sus escoltas estaban muy pero muy cerca de la pista de baile y no perdían de vista a nadie a pesar de ser su cumpleaños y haber tanta gente cercana. La imagen me impresionó porque es prueba de muchas cosas, no solo de los peligros reales de ser periodista en Colombia, sino los peligros de tomar posiciones concretas frente a cualquier bando, en un país donde la polarización literal «nos llevó».

Me ha asombrado los últimos años el matoneo en redes, me ha asombrado lo desdibujada que ha quedado cualquier crítica por neutral que sea, y creo que con Vicky se han esmerado en ser-viles (en ambas maneras). Y esto no deja de ser complejo si queremos entender lo que sucedió en Semana las últimas Semanas* y lo que significa quizás para un país en donde un periodismo de calidad, profundo y complejo es más necesario que nunca.
Las renuncias de personas importantes dentro del Ecosistema de Semana son un síntoma del problema pero no el problema, al fin y al cabo es cierto que a un medio lo hacen sobre todo sus periodistas, pero contrario a lo que la gente cree, son los periodistas de base, los sin nombre, los investigadores, los correctores, los que nunca aparecen en los primeros 10 nombres de una bandera, los que no invitan a cócteles en clubes, a premios y a todo eso, usualmente son periodistas de oficio, trabajadores, periodistas que dependen de su sueldo, periodistas sin apellidos ni columnas rimbombantes.

Son periodistas que nunca podrían fundar medios como Los Danieles, o que si tuvieran que salir no los recibirian tan fácilmente en otros medios como La W. Y esto es importante porque la discusión de profundidad que hay que dar es QUÉ MEDIOS NECESITA EL PAÍS.
Cuando los Santo Domingo compraron El Espectador, vieron en esta compra un negocio, sin lugar a dudas, pero entendieron acertadamente que el periodismo es complejo, que un medio es complejo y que no es un negocio como cualquier otro, es un negocio que exige no solo mucha cultura; cultura política, cultura social y comprensión de contextos complejos sino sobretodo una pasión y una ética que quizás en otros negocios, en otras cuestiones no sea tan necesaria. Los Santo Domingo fueron inteligentes y se dieron cuenta que lo más acertado era dejar a Fidel Cano y su equipo dirigir el periodico. Esto ha convertido a El Espectador en uno de los medios de mayor credibilidad en el país, su equipo digital ha traído varias de las innovaciones más importantes en contenido digital en la historia reciente del periodismo Colombiano.

Felipe López que sin lugar a dudas es un maestro, logró construir un medio que tomaba las viejas máquinas de Alternativa y con las manos y mentes de muchas y muchos periodistas excepcionales; incluidos Coronell, Caballero, Maria Jimena…logró construir un medio potente, el termómetro de la política del país, un medio donde todas las voces críticas del establecimiento y la corrupción podían tener un espacio, Arcadia así mismo se había convertido en la revista cultural más prestigiosa del país; eso era la esencia de Semana, un medio que no tragaba entero y que lograba ser una institución liberal en medio de un país polarizado y en guerra.

Felipe López no solo es un periodista excepcional, también es un hombre mayor, es alguien que es suficientemente sensato para entender que ya no es su momento y que con tranquilidad busca un retiro. Aunque con un gran poder histórico es alguien que se ha mantenido al margen, es alguien que ha preferido tomar una distancia de todo el popurry de la fama y el poder, y solo ese hecho ya habla de su madurez y profundidad política. Pero hay que decirlo Felipe López no tuvo relevo, y vendió su negocio y su revista a personas que han demostrado no entender lo que compraron. Querer convertir a Semana en el FOX News Colombiano, es no entender FOX NEWS pero tampoco a Colombia. Prescindir de nombres tan válidos como los periodistas que han sacado es una incomprensión absurda del poder de los medios, y quizás me hace pensar en Hanna Arent y la banalidad del mal, en este caso la banalidad del dinero.

Vicky hoy es la reina en Semana, no solo por su papel nominal sino porque es la marca más poderosa en términos periodísticos y de seguidores, no es cierto decir que Semana tiene a Vicky Dávila, es al revés, Vicky Dávila tiene a Semana. Por su manera de hacer periodismo Vicky va a sobresalir siempre más que Semana y eso será un reto muy complejo para el crecimiento de la marca Semana y para el control narrativo que los Gilinsky quieran tener sobre la revista.

La Semana de Vicky es algo que me llama la atención y que debería llamarnos la atención, Vicky tiene una constante de cambiar de puestos, y aunque por un periodo corto siguió haciendo su trabajo fuera de los medios, volvió con fuerza (eso es algo que yo estimo) porque un liberal de verdad estima la pluralidad y rechaza la censura. Rechazar la censura es nuestra tarea más importante con cualquier colega; sea de izquierda, de centro o de derecha.

Me pueden acusar de ingenuo pero creo que el trabajo de Vicky en Semana, sería prematuro medirlo, un contexto difícil; un país polarizado, unos equipos nuevos y mucha competencia en todo lugar, un país desbocado a la polarización y un Uribismo debilitado por la presidencia de Iván Duque. Vivimos una sociedad que no supera el conflicto y una sociedad que hoy más que nunca lo que necesita es un periodismo que apague los fuegos y deje de prenderlos. ¿Qué será de la Semana de Vicky?, Amanecerá y veremos.

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