Empiezo a escribir estas líneas con una desazón en el alma; la nueva presidencia del congreso acaba de completar una trilogía nefasta. ¡Lo que faltaba! Las tres ramas del poder público rendidas ante la ineptitud, el legislativo en manos de Arturo Char, Barbosa en el judicial y Duque en el ejecutivo. Esto se volvió una chambonada, el país llegó a su máximo declive, cae a un abismo que no tiene fin.
Se han robado la patria, se la han repartido entre unos cuantos, la corrupción impone sus condiciones a la ley. El sueño de un país democrático se perdió; porque no es el mérito ni las elecciones populares las que eligen: aquí elige es el tráfico de influencia, la compra de voto, las mafias, el soborno, el tú me eliges yo te elijo, todo a conveniencia de algunos clanes politiqueros y personajes que manejan al país como finca de platanal.
La trilogía que se acaba de completar con el señor Arturito Char, no es para reírse, ni para burlas, el trasfondo de esto es preocupante, el porqué de lo aterrador se explica solo; las máximas instituciones están siendo tomadas por personas que se vuelven simbólicas y quienes manejan el poder son otros, ellos solo son simples figuras representativas, que rinden pleitesías a un amo superior.
El primer elemento de esta trilogía es el presidente que no es presidente, un jefe de estado con superior, ¡qué barbaridad! Si, ese es el caso de Colombia, un presidente simbólico, todos sabemos que quien maneja el poder es el innombrable, a leguas se nota que como jefe de estado bien puede ser un excelente cantante, comediante o deportista (aún con lo gordito). Duque carece de liderazgo, de criterio propio; se nota que no es capaz de dar una orden sin que antes no se lo ordenen a él. La máxima característica del gobierno es su desgobierno, logro visibles realmente no se ven; parece más bien que casa de Nariño se volvió una agencia de hacer favores y nombrar a sus amigos en cuanto cargo pueda, no se necesita ser idóneo para el cargo, al parecer el único requisito que se necesita es ser amiguito del presi.
El segundo integrante de la trilogía es el fiscal. Margarita Rosa de Francisco lo llamó: ‘un bobo con poder’. Aunque sus pergaminos son de ‘admirar’, hay muchas dudas alrededor de él, no es un fiscal que inspire confianza, da la impresión que cumple una función de escudero, que le guarda la espalda a su amigo el presidente. Sus acciones son dirigidas a perseguir contradictores de gobierno. Ejemplo: la alcaldesa de Bogotá sufrió sus indagaciones por salir de compras acompañada de su pareja en tiempos de cuarentena estricta, al senador Gustavo Petro, le abrió indagación porque el Ñeñe Hernández lo mencionó en uno de sus audios, no para inculparlo, todo lo contrario, para dejar constancia que a Petro le robaron las elecciones. Son muchas las controversias en torno al fiscal, en los medios se escuchan más los escándalos que los resultados de la fiscalía.
El último integrante de la trilogía es Arturito Char, una figura simbólica, como presidente del Senado, son tantas las cosas que se dicen de él: que está implicado en la fuga de Aida Merlano, que está envuelto en líos de compra de votos, que es el senador con más inasistencias, que no ha presentado un solo proyecto de ley propio, que no hace nada en el congreso. Pero sin una explicación clara y racional llegó a la presidencia del senado. En su discurso de posesión, se notó que no tiene el liderazgo que el cargo asumido demanda, ¡Que no empiecen hablar de aprendizaje! Suficiente tenemos con dos años perdidos en presidencia.
Duro panorama para el país que atraviesa un momento crítico, y necesitado de líderes, pero la trilogía del legislativo deja mucho que pensar, porque el presidente puede ser un excelente conductor de un programa de humor, el Fiscal tiene perfil de ser un director de una empresa de turismo y aventuras extrema, ¡Cómo le gustan los paseos familiares! El presidente del senado, Arturito Char, terminó en el lugar equivocado, su verdadera vocación es la música, fácilmente puede ser un famoso cantante de música urbana. Con este panorama solo queda implorar que llegue rápido el 2022, el país necesita verdaderos líderes, no trilogías nefastas.