Cuando iba a escribir esta columna pensé en titularla «la ideología del Ejército» que es al fin y al cabo el tema central. Sin embargo algo me detuvo, quería evitar una salida tendenciosa al análisis que al fin y al cabo quiero hacer. Un análisis que tiene que ver con nuestra situación cultural, con nuestras paradojas políticas y por supuesto con lo que hay que estimar como la gran crisis social y política que vive el país.

En «La vida de los otros» el célebre cineasta alemán, Florian Henckel von Donnersmarck, retrata la situación de los espías de la antigua Alemania del Este, la RDA, el lado comunista de la Alemania de posguerra, que hasta tardíamente el siglo XX fue integrada con la Alemania Occidental, tras la caída del muro de Berlín. En aquella época, la terriblemente famosa STASI, la policía secreta de la RDA tenía 100.000 agentes y 200.000 informantes. La STASI era una especie de DAS que vigilaba las actividades de todos los opositores al régimen comunista; intelectuales, escritores, periodistas y artistas. 

En casi todas las dictaduras y estados represivos, los intelectuales, periodistas y artistas han sacado la cara para defender la vida, los derechos humanos y la justicia, cuando la sociedad entera está sumida en la represión y el miedo, por esto reciben toda clase de presiones y amenazas.

Colombia no es una excepción, y por eso es sumamente grave y triste lo que sucede en el Ejército, lo que está en la profundidad de unas acciones que lo igualan a los ejércitos de las peores dictaduras que ha visto la humanidad. Pero ¿Cuál es el pensamiento que legitima estas acciones? ¿Cuál es la ideología que valida estos atropellos? ¿Cuál es la ética que permite estas sistemáticas violencias?

Podría uno hablar de la biografía reciente del Ejército, y se queda atónito, participaciones en masacres, desapariciones forzadas, secuestros y asesinatos impunes de civiles ajenos a nuestra guerra, niños y niñas en muchos casos. Hablo de los cruelmente llamados «falsos positivos». Pero concentrémonos en las «chuzadas», las interceptaciones ilegales a periodistas que se revelaron las últimas semanas. 

Hay algo que nos llama la atención de estas interceptaciones ilegales, no hay bajo ningún motivo una interceptación militar, los periodistas espiados tienen biografías admirables, son personas extremadamente profesionales, reconocidos por sus colegas, son personas del común cuyo único pecado es buscar la verdad, muchos de ellos corresponsales internacionales. No hay posibilidad de que estos periodistas sean objetivo militar en una democracia. Solo y solamente si una dictadura militar estuviera en el poder, como fue el caso de Argentina o Chile; solo si viviéramos una dictadura de derecha o izquierda tendrían sentido estas chuzadas, lo que es la prueba reina en la interpretación política. 

Estas chuzadas fueron políticas, fueron pensadas para seguir el rastro de investigaciones que afectan al sector de gobierno y fueron ordenadas por un núcleo de las fuerzas militares en el gobierno de Iván Duque, su responsabilidad política está sobre la mesa. Quien las haya pensado, lo hizo para fortalecer la agenda de gobierno, para adelantarse en el juego de bloquear investigaciones periodísticas que particularmente afectan al gobierno. 

Uno de los impedimentos más grandes para avanzar en una narrativa amplia de paz en Colombia es que no se ha escuchado ni se ha pensado seriamente en el ejército, no se puede generalizar, claramente hay muchos soldados y miembros honorables, pero los continuos escándalos manchan la imagen de todo el cuerpo militar. Durante décadas la clase política se ha lavado las manos con las fuerzas armadas, un millar de veces, las fuerzas armadas son las que hacen el trabajo sucio, son las que ponen los muertos y son los chivos expiatorios de todas las guerras. 

En la película «la vida de los otros» el agente que espía llamado Gerd Wiesler es conmovido por el relato que escucha en sus interceptaciones, así imaginaba yo una posibilidad extraña, un tanto inocente y literaria, un agente del ejército en Colombia interceptando periodistas, interceptando políticos, defensores de derechos humanos y entendiendo que él solo es una ficha más, con la que se lavaran las manos sus superiores y los políticos, el día que no les sirva. Nuestra democracia no puede permitir que el Ejército se vuelva un instrumento político de persecución, al servicio de quien detenta el poder.

*La vida de los otros es un largometraje del año 2006 con más de 50 premios internacionales incluido un BAFTA, César y el Oscar a mejor película de habla no inglesa.

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