Una de las sociedades donde más llegan infantes migrantes es Colombia, una sociedad que aún no ha logrado descubrir a sus niños, niñas y adolescentes. En Colombia vivimos de espaldas a los niños y esto es también una enfermedad colectiva que nos ha llevado mal como sociedad, la imposibilidad de ver en el otro a un igual, la incapacidad de una empatía mínima con las tragedias de otros y en el caso de los niños y niñas hace que debamos reflexionar que la tarea de cuidarlos no la estamos haciendo bien.

Los niños y la guerra han sido retratados centenas de veces por periodistas, fotógrafos y documentalistas. Pero los niños migrantes y particularmente los niños migrantes Venezolanos pasan en la opinión pública como si no estuvieran presentes. Cómo un problema más, un problema que es más de los migrantes, de los Venezolanos, y un problema que no nos debe preocupar como sociedad.

Las alarmantes cifras; basados en la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) de 2018, en Colombia hay 396.567 menores venezolanos entre 0 y 14 años. Este proceso de migración que se visibiliza en cualquier ciudad de Colombia se debe a una realidad política que vive el vecino país.

Pero más que buscar culpables para lavarnos las manos, lo que debemos buscar es cómo ayudar, debemos fortalecer a estas familias y señalar que en los grupos de migrantes, son los niños los más vulnerables. Al mismo tiempo son la población en la que debemos trabajar para lograr un desarrollo real en estas comunidades. En Cúcuta, la ciudad fronteriza que cada vez se parece más a Sonora, esa otra frontera en México, estamos viendo un aumento en la violencia desde hace varios años, hoy es uno de los municipios con mayores homicidios en todo el país, y un territorio muy importante para las mafias. Cúcuta vive también hoy una emergencia sanitaria a un nivel crítico y una serie de problemas complejos en la ciudad que más migrantes y niños migrantes reciben en el país.

Aunque hay trabajos serios que ayudan a cambiar esta situación como el programa Infancias Migrantes y el trabajo de la Fundación Creciendo unidos.

Las tasas de violencias como el feminicidio y la violencia intrafamiliar, reflejan también cómo los niños están viviendo un momento crítico. En este momento residen en Cúcuta 200 mil Venezolanos.

Desde hace 5 años los diálogos de Colombia y Venezuela se han bloqueado. En la urgencia humanitaria que viven las familias y los niños, es triste ver cómo el gobierno pone lo ideológico por encima de lo humanitario. Es urgente construir puentes de diálogo entre los países, puentes con un enfoque humanitario, puentes con garantes internacionales y claridad ética.

Estudios globales liderados por UNICEF muestran cómo en cualquier situación de guerra o conflicto, son los niños los más perjudicados, no solo porque son inhumanamente instrumentalizados en el conflicto (cómo hemos visto en Colombia) sino sobre todo porque esto tiene un impacto en toda la sociedad a través de los años, los niños que no reciben asistencia quedan expuestos a ser reclutados por mafias y llenan los cinturones de miseria, pensemos en los centros penitenciarios un 20,6% de los reclusos tienen entre 25 y 29 años . No podemos pensar que este problema dejará de existir si nos negamos a verlo, este problema será mayor, es una emergencia y una bomba de tiempo que debemos parar, los niños migrantes existen así no los queramos ver.

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