Cuando empezó el mandato Duque, el pesimismo se apoderó de muchos, presagiando lo peor; nunca se alcanzó a imaginar que tan desastroso iba resultar su mandato. Hoy el país de nuevo presencia una de las escenas más triste de la historia: las masacres. Esas que sembraron el miedo y terror hacen dos décadas, vuelven de nuevo en manos de la “seguridad democrática”, que de seguridad no tiene nada, más bien, sería sensato llamarla “matanzas democráticas”, porque ese es el nombre que realmente debe llevar una política basada en el derramamiento de sangre.
Un Gobierno muy desastroso, en grado superlativo para no usar eufemismos. No tiene nada que admirar o que merezca resaltar; todo lo contrario, es un Gobierno que todo lo ha hecho muy mal, a tal punto que hoy no se sabe que rumbo lleva el país; los estribos se perdieron; las riendas no tienen jinetes que las sujeten; el barco se quedó sin capitán, sin brújula y sin timón. Al parecer vamos al despeñadero de manera segura y sin retorno, porque cada día se pone peor y aún faltan dos eternos años, para decirle adiós al mamarracho que nos gastamos por presidente.
¿Para dónde va el país? Pregunta que hoy se hacen los empresarios, trabajadores, estudiantes y cualquier persona preocupada por el oscuro panorama. No se ven políticas económicas claras, produce miedo escuchar hablar al gobierno, dice en su discurso de políticas de inversión: “Colombia invierte cerca de 117 billones de pesos para atender la emergencia por la pandemia”, vaya a saber dónde está ese dinero, porque lo cierto es que económicamente el país está colapsado. La salud pública terminó siendo un negocio a causa del coronavirus, la educación pública y privada están agonizando y sobreviven no por las políticas del Gobierno, más bien al esfuerzo colectivo e individual de profesores y rectores. La seguridad del país, se esfumó; la delincuencia está disparada y ahora vuelven a surgir los grupos armados (problema de siempre) con sus terribles masacres, cosa que se volvió el pan de todos los días; el medio ambiente nunca antes había estado tan amenazado como lo está ahora, por la minería “legal” e ilegal, que destruyen los ecosistemas.
Mientras el país se desmorona a pedazos, el presidente vive ocupado en cómo defender a su mentor, el macabro reo # 1087985. Se necesitan reformas cruciales, pero aquí el tema central es reformar las altas cortes para darle impunidad a un preso, que está detenido y no precisamente por estar recogiendo café, no, no, nada de eso. Un país dividido y polarizado por algunos actores políticos y muchos medios de comunicación, que al parecer se han proclamado los voceros oficiales de gobierno, porque callan la realidad del país, para centrar el debate en discusiones airadas que dividen, como es el caso del REO, se sabe que es un caso delicado, no por lo que él representa en sí, sino por la forma en que el gobierno y muchos medios pretenden hacer creer. ¿Será que en lo que falta de gobierno, veremos a un presidente que abandone la problemática social, para dedicarse en cuerpo y alma a reformar con una constituyente la carta magna, para el beneficio personal de un solo individuo?
Para donde vamos, no sabemos, pero preocupa el panorama. Los grupos subversivos, cada vez tiene más poder; el narcotráfico, en vez de retroceder lo que hace es afianzarse aún más; la curva del coronavirus, nada que aplana, esa curva sigue creciendo y los muertos se siguen contando de a cientos; el desempleo alcanza máximos históricos, cosa que aumenta la problemática social; la corrupción en aumento, esa que le cuesta 50 billones al estado, ¿se pueden imaginar por cuánto saldrá este año?
No sabemos para dónde va el país, no sabemos qué rumbo lleva el Gobierno, liderazgo no lo hay; lo que tenemos son políticas sin sentido, que solo favorecen a ciertos sectores amigos del gobierno (los bancos), pero que en nada favorecen al resto de la población. Un gobierno que no tiene cabeza, pero tampoco cola, es más bien un parapeto, remendado a pedazos, carente de iniciativas propias. Solo queda implorar para que el país no se desmigaje más de lo que ya está, porque el gobierno no mira el panorama que le plantea el presente; mira es por el retrovisor de cara al pasado. ¡Con razón es un gobierno sin rumbo y sin dirección!