“Eran soldados muy pobres, ignorantes, no entendían la diferencia entre resultados y bajas, por eso cometieron los falsos positivos”, dijo Montoya

Las recientes declaraciones de la JEP, nos deben sorprender profundamente, creo que lo primero que hice fue reflexionar de nuevo en algo que desde hace años no puedo dejar de pensar, la inhumanidad de una guerra que se ha llevado la juventud de un país, una guerra que a unos les ha puesto botas, y los ha acusado de guerrilleros y paramilitares, la misma guerra que a muchos jóvenes convirtió en asesinos.

Es una guerra tan cruel, y creo que en esa polarización demagógica de la política actual, no hemos podido dimensionar desde el corazón, lo que significa esta cifra de 6 mil jóvenes asesinados, el doble de lo que hizo la dictadura de Pinochet. La vida de nuestro pueblo regada, las miles de vidas de nuestros jóvenes en un despilfarro de sangre y codicia.

En una fiesta donde los pobres pierden siempre, una fiesta en que la que los dueños de la fiesta pasan tranquilos cómo si nada hubiera pasado y nos dicen que al final todos esos niños convertidos en asesinos eran solo eso «soldados muy pobres, ignorantes, que no entendían la diferencia entre resultados y bajas, por eso cometieron los falsos positivos”.

Hágame el favor, a qué hemos llegado. En un país decente deberíamos tener una semana de duelo nacional por los jóvenes asesinados, un luto profundo que quizás sacudiera un poco esta barbarie en la que hemos caído.

Hace poco en una entrevista con Darío Acevedo preguntaba cómo hacíamos para parar este desangre, esta masacre que a todos nos compromete, pues es una tarea de todos los sectores, y sin todos los sectores políticos en la mesa, un pacto humanitario no tendrá sentido (seguimos viendo masacres semanales en Colombia).

Es una cifra tan incruenta que nos obliga a cuestionar profundamente la política de seguridad del gobierno Uribe, la política que firmaba su ministro de defensa, el doctor Juan Manuel Santos. Estamos hablando de un fallo sistemático, de una incomprensión de la guerra, del conflicto interno, de un fracaso moral, un fracaso militar y un fracaso político.

La responsabilidad política de los Falsos Positivos no aparece, y en efecto sin esa responsabilidad es imposible construir un país mirándonos a los ojos. No podemos permitir que esta historia termine con la conclusión ingenua de que fueron «pobres e ignorantes soldados» los responsables morales del crimen más incruento en la historia reciente del país.

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