Pocas cosas son más polarizantes de la realidad actual Colombiana que la autodenominada “Primera Línea”. Un grupo de jóvenes, hombres y mujeres, quienes, se prepararon para enfrentar a la fuerza pública y asegurar la protesta social. Un sustituto ciudadano que reemplaza la policía y al estado en un país donde eso históricamente siempre ha llevado a confrontaciones y guerra. Pero ¿Qué nos puede decir “La Primera Línea” sobre el estado y su relación con la ciudadanía? y ¿Cómo llegamos a un punto donde los ciudadanos sienten la necesidad de reemplazar al estado? ¿Qué hay detrás de la Primera Línea?

Todas son preguntas válidas que investigue junto con mi equipo para descubrir más allá de las narrativas de los grandes medios de comunicación y de las retóricas partidistas. Visité y conocí a los líderes de esta Primera Línea en persona y lo que encontré fue una desconfianza hacia el gobierno y la institucionalidad. En realidad, La Primera Línea es un resultado de años de tensiones invisibles y choques entre los ciudadanos y el estado que resultaron en un estallido social. Una sociedad que nunca ha visto una presencia positiva del gobierno o el estado en sus vidas, y al contrario, resultan victimizados una y otra vez por un gobierno que en teoría los representa y debe proteger. Los jóvenes no ven oportunidades de empleo, educación, salud, o garantías para ejercer sus derechos y la única respuesta a un gobierno que no responde es reemplazarlo. Para bien o para mal, la situación actual es el resultado natural de una sociedad que siempre a chocado con el estado, que ven en la policía y la institucionalidad enemigos y no aliados y protectores como lo estipula la Constitución.

La Primera Línea es una clara evidencia de cómo no alcanzamos la promesa de la Constitución de 1991 donde se prometía un Estado Social de Derecho. No todos somos iguales aunque eso es lo que diga el papel. Para algunos, es más peligroso vivir al lado de un CAI que tener de vecino a un atracador. Lo que una sección de este país no ve es la inminente necesidad de cambio que pide la ciudadanía. Se necesita un Nuevo Contrato Social porque estemos o no de acuerdo con “La Primera Línea” y el Paro, son realidades de nuestro país. Estas manifestaciones nos muestran que para la mayoría de Colombianos el contrato social actual no da la talla y necesitamos un cambio urgente. No de gobierno, y no de congreso solamente, necesitamos reformas a la Policía, al Sistema de Salud, al Sistema Tributario, necesitamos una nueva relación entre el gobierno y sus gobernados. Lo que se pide en realidad no es más ni menos que la promesa de la constitución que no ha sido cumplida. Los ciudadanos de Kennedy, Usme, Puerto Resistencia y Cali y los otros centros de concentración se organizaron porque no ven otra alternativa.

No podemos desvirtuar este ejercicio ciudadano porque parezca agresivo o poco ortodoxo, pues lo es, pero ese es el punto. Detrás de la Primera Línea hay un grito de auxilio que pide que las voces de los jóvenes, docentes, trabajadores, madres cabeza de familia, entre otros, sea escuchada para así asegurarles los derechos a todos los ciudadanos. Hay conversaciones inevitables sobre desigualdad, y pobreza que este fenómeno sube a la superficie.

El comité del paro no representa a los jóvenes quienes son los máximos actores en este estallido social, es posible cambiar las cosas, pero es complejo, el reto en este momento es inventarnos como sociedad puentes y mecanismos que nos permitan salir adelante, todos juntos.

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