El mapa de la política en Colombia ha cambiado mucho los últimos años y deberíamos observar con atención que cambios son profundos, que cambios son banales y que debería ser necesario leer en estos nuevos tiempos como una reflexión de los cambios necesarios que debemos dar. Pero también lo que hemos logrado en estas décadas.

En los años 60 el movimiento «the new left» «La nueva izquierda» unió muchas voces que estaban decepcionadas y conmovidas por los totalitarismos de izquierda y derecha alrededor del mundo, movimientos que al mismo tiempo entendían que los avances sociales eran necesarios y que revoluciones como el feminismo, el ambientalismo, el pacifismo no podían ser sino resultados naturales de una humanización de la política, la vida y las sociedades.

Con el reciente nombramiento de una ex combatiente de Las Farc Sandra Ramirez en la Vice Presidencia del Senado, tenemos que reflexionar qué significa esto, una mujer, ex combatiente en una de las más altas esferas de la democracia. Ver a alguien que ha empuñado las armas, empuñando ahora palabras y defendiendo sus ideas en un foro político, eso es un avance sin precedentes. Tenemos también a la primera alcaldesa de Bogotá como un ejemplo en el continente, hace 60 años tener una orientación sexual LGTBI era estigmatizado y hoy las libertades sexuales ya son derechos, muestra un cambio, un cambio profundo que paso a paso la sociedad va dando.

Es cierto que hay discusiones que se mantienen, preguntas insulsas sobre la existencia del centro por ejemplo, preguntas frívolas que no piensan en las urgencias que tiene el país: una renovación del conflicto en todos sus frentes, una crisis social tremenda y una desigualdad que es un problema de todos y que todos tenemos que resolver.

Los cambios o son colectivos, o no son cambios, el individualismo nos ha contado que los cambios son personales, claro que deben ser personales pero solo implicando cambios colectivos. En lo que yo llamo «la nueva izquierda» veo gente joven, muchas mujeres, muchas ciudadanías libres, voces importantes de la comunidad LGTBI, ex combatientes, personas de todos los niveles sociales y de todos los niveles educativos.

Es quizás una de las señales más fuertes de esta nueva izquierda, lo mucho que llama la atención Alejandro Gaviria, una persona que reflexiona sobre la eutanasia, el aborto, el uso y la política de drogas, el glifosato, y en sus análisis se opone enérgicamente a las doctrinas Americanas, dominantes en Colombia desde el Plan Colombia. Al mismo tiempo lo hace siempre respetando a sus opositores, a sus contradictores y lo puede hacer hoy desde la rectoría de la Universidad de los Andes, una Universidad que a pesar de sus orígenes liberales, representaba en buena medida el centro de educación de las elites del país.

Me gusta pensar en las coincidencias, cuando voy a marchar por la vida, por la salud pública, por la educación pública puedo encontrar decenas de mujeres y hombres de la política, de las artes, de la cultura, que militan en orillas diferentes pero que en el fondo están pidiendo lo mismo: acuerdos fundamentales, ética en la administración pública, parar la corrupción del Estado y algo que ningún político ha podido entender en Colombia, algo que Pepe Mujica nos enseñó y es que un servidor público tiene que tener una profundidad filosófica, una profundidad moral que le permita no dejarse comprar ni ofrecerse en venta a los poderes económicos.

Estos cambios se deben también a luchas concretas de muchos años, no hubieran podido ser posibles sin la constitución del 91 y los acuerdos de La Habana, que en gran medida reafirman la constitución y ese pacto social que no hemos podido cumplir en su cabalidad.

En lo que yo llamo la nueva izquierda es interesante ver la búsqueda de personas como Armando Benedetti y Roy Barreras, de acercarse a ese movimiento de centro que parece unir causas en todo el país. Mi mayor temor con estas movidas y el temor y suspicacia que han despertado, es si de verdad está nueva izquierda va a demostrar en el poder, que está por encima de los vicios de nuestro sistema político o si el nepotismo, la arrogancia y la estupidez van a ganar en un movimiento humano que debe estar por encima de partidos, estratos y divisiones. Un movimiento que pide con urgencia una renovación en nuestra sociedad y que debe entender que los avances, o son colectivos o no serán.

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