Columna por: Emiro Montes

En Colombia solo se sabe del olvido y las condiciones inhumanas en las que están sumidos  muchos lugares de nuestra geografía, cuando las tragedias los enlutan, ese fue el caso de Tasajera. Antes pocos sabían que existía, y en qué lugar del mapa está ubicado, pero una tragedia hizo despertar el escarnio nacional y los medios de comunicación pusieron sus reflectores en ese lugar, para que el resto del país supiera que es vivir en la tierra del olvido.

Mocoa despertó la solidaridad nacional el 1 de abril del 2017, cuando vivió su peor tragedia, pero tiempo después los reflectores se apagaron, y Mocoa sigue envuelta en una crisis que pareciera nunca tener fin. ¿Alguien la recuerda? Muy seguramente nadie se acuerda, y en tiempos de pandemia sí que volvió a ser la tierra del olvido.

Pero en el país del sagrado corazón, lugares como Tasajera hay muchísimos. ¿Tendrán que vivir una tragedia para que los medios le den importancia? Porque de lo contrario a nadie la interesa. Municipios como Sitio Nuevo (Magdalena), o la Costa Pacífica colombiana, viven un olvido casi que absoluto, en el promedio nacional de pobreza multidimensional, se sitúan en lo más alto. La zona norte de la alta Guajira, sus municipios, veredas y rancherías están en línea roja de pobreza multidimensional. Departamentos como Amazonas, Vaupés, Guainía, Vichada y Caquetá, están en condiciones lamentables, según lo indica el DANE, entre el 70,1% – 98,5 se sitúa el índice de pobreza extrema, los más altos por departamentos. Esto quiere decir que la salud, educación y cuidado infantil, sustento y trabajo,  vivienda y entorno, brecha digital, servicios públicos básicos, son un privilegio para una escasa minoría; para el resto es casi imposible de gozar de tales privilegios.

Las grandes ciudades tampoco son ajenas a esta realidad, una ciudad como Cartagena, pero no la del corralito de piedra, allá todo es bonito; baje a los barrios ubicados a la rivera de la Ciénega de la virgen, a las laderas del Cerro de La Popa, en esos lugares, se aprecia otra Tasajera. La ciudad tiene dos caras, una es la ciudad ideal para vacacionar, y la otra, la que solo despierta el interés de los políticos en tiempos de elecciones. Barranquilla también vive esta situación, hay un sector a la margen del río Magdalena, entre la avenida del río y el corredor portuario, llamado: ‘’La bendición de Dios’’ ese lugar mira desde su extrema pobreza cómo emerge el concreto a la distancia, porque sus calles de barro, sus casas de tablas y cartón, jamás sabrán que es un beso de los Char, -dicen que si Char, te da un beso, te conviertes en concreto-. La bendición de Dios, la tasajera barranquillera.

 Pregunto: ¿Cuál es la Tasajera de tu ciudad? 

  Hay tantos lugares que bien pueden ser Tasajera, condenados a vivir su propio infierno; mientras tanto, en casa de Nariño, parece que su única preocupación es su alocución humorística, transmitida a las seis de la tarde por televisión.     

¿Cuándo veremos políticas nacionales serias, dirigidas acabar la pobreza extrema? ¿O solo queda ver la resignación, el llanto, el luto, el dolor y el viacrucis que viven miles de colombianos cuando la tragedia los golpea?

Guardo las esperanzas de ver un país, que sin importar el lugar, se pueda vivir con las mínimas condiciones de dignidad que un ser humano necesita. Al igual que Tasajera, hay muchos más lugares en condiciones iguales o peor; duele más saber que la vieja política de antaño, que hoy sigue gobernando, sigue condenando estos lugares al olvido, la miseria y la muerte. 

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